martes, 8 de septiembre de 2015

No al maltrato infantil


De acuerdo a una investigación realizada por científicos de la Southern Methodist University, en Dallas, la mayoría de los padres pegan a sus hijos mucho más veces de lo que admiten.

Esto es grave ya que el maltratar a un niño, ya sea física o emocionalmente no lo educa, solo hace que se arraigue en él un sentimiento de violencia que va deformando y dañando sus sentimientos y capacidades como ser humano.

Y es que estudios sobre la violencia hacia los niños han arrojado como resultado lo que muchos suponen y es que el pegarles no resuelve los problemas. De hecho aquellos que viven bajo algún tipo de situación de violencia comienzan a sufrir desde temprano una baja autoestima que les causará estragos en su equilibrio mental y emocional.


De allí que de adultos se tornen violentos e inestables, tal y como lo esboza Murray Straus, profesor de Sociología y fundador y co-director del Laboratorio de Investigación Familiar de la Universidad de New Hampshire, en su libro “La violencia primordial“, quien señala que la violencia como corrección detiene el desarrollo mental y emocional del niño haciéndolo mas propenso a ser una persona violenta en la adultez.

Por ello en este libro se sugiere que todo padre debería prometerse a sí mismo nunca pegarles a sus hijos si lo que  busca es aumentar las posibilidades de que estos tengan una vida feliz y saludable, incluyendo un buen trabajo y un matrimonio libre de violencia. Además señala que es probable que como resultado de ello aumente el respeto y el amor de los hijos hacia sus padres.


A continuación les dejo un extracto muy interesante de otro libro, pero esta vez de Eduardo Galeano titulado “El libro de los abrazos”

La extorsión,
el insulto,
la amenaza,
el coscorrón,
la bofetada,
la paliza,
el azote,
el cuarto oscuro,
la ducha helada,
el ayuno obligatorio,
la comida obligatoria,
la prohibición de salir,
la prohibición de decir lo que se piensa,
la prohibición de hacer lo que se siente,
y la humillación pública
son algunos de los métodos de penitencia y tortura tradicionales en la vida de familia. Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos a mentir y contagia la peste del miedo.
—Los derechos humanos tendrían que empezar por casa — me comenta, en Chile, Andrés Domínguez.

Eduardo Galeano, escritor y periodista
Tomado de su libro: “El libro de los abrazos”

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