miércoles, 11 de abril de 2018

La maternidad real...



Si, la maternidad tiene días buenos y otros no tanto, días tranquilos y otros abrumadores, días perfectos y otros que nos ponen de cabeza, días dulces y otros amargos.

Esa es la maternidad real. La que nos hace seres humanos ...ser unas mamás reales.

Lo importante es aprender a saber valorar y sacar el mejor provecho de cada situación que vivamos. Ah! Y recordar que cada etapa, como todas -buenas o malas- pasará!

Y es que la maternidad puede que tenga momentos impredecibles, pero no hay duda de que la vida de madre es la mejor vida 💕


La importancia de leernos entre madres



A diario suelo recibir comentarios de muchas de quienes me siguen en mi cuenta en Instagram, los cuales agradezco infinitamente💕
Muchos de esos comentarios me hacen recordar la importancia de lo que significa el leer a otras madres. De hecho en una oportunidad compartí un texto de otra mamá, conocida como "Madre Luna", que hablaba sobre lo importante que es para nosotras el leernos unas a otras.
Y es que ciertamente leer a otras mamás va mucho mas allá de lo que a veces logramos entender...nos alimenta el alma, nos hace sentirnos identificadas, acompañadas, entendidas y hasta escuchadas.
Como dicen, “hacer tribu es lo de hoy y será lo de siempre”. Y esto ¿por qué? Porque la maternidad es a veces "un camino solitario" y el leer a otras madres nos hace sentir una "energía poderosa que acompaña nuestros días, nuestras noches y hasta nuestras madrugadas en desvelo."
Nos necesitamos, "porque saber una de otras nos nutre, nos sana, nos recicla, nos alimenta el corazón." Y en la maternidad simplemente es necesario escucharnos entre mamás. Porque por algo ¡entre madres nos entendemos!
Cada día somos más las que entendemos lo poderoso que nos hace tendernos la mano, escucharnos, aconsejarnos y, entre todas, ser.
Y es que al identificarnos con otras "brota un sentimiento de alegría pura al saber que no se está sola, que alguien te entiende, que no estás loca, que tus sentimientos son reales y normales y que no una sino tal vez un millón de mamás viven lo mismo que tú."
Así, todo toma sentido. “No estamos solas ni cuando nos perdemos en los laberintos de nuestro cansancio, de nuestras alegrías o tristezas. En todo somos comprendidas por otra. Vamos juntas, en un mismo andar”. Por cierto, entre tantos comentarios que recibo, una mamá me hizo mención del texto que coloqué en la imagen de este post.
Se pudiera decir que se trata de una verdad casi que lapidaria, no creen!?
De mi parte reciban un gran abrazo cargado de todo mi afecto y gracias por pertenecer a la tribu de "Mamás Posmodernas".
Nos seguimos leyendo!

Mamá posmoderna de vuelta por aquí

Bien, por aquí estoy de vuelta. Siiii!!! Vaya que me había perdido un montón de tiempo de mi Blog, lo extrañaba y tanto que por un momento hasta me perdí también tratando de acceder a él, ya que me confundí de mi cuenta en Gmail. Ups!
En fin, para no hacer más largo el cuento, aquí estoy y bueno tratando de ponerme al día con uno que otro post.
Para comenzar quiero compartir por aquí uno que publiqué hace unos días en mi cuenta en Instagram @mamaposmoderna
Me sorprendió un poco ver toda la receptividad que tuvo, aunque pensándolo bien, no debería haberme sorprendido tanto, ya que tenía que haber pensado en que le tocaría la fibra a más de una persona, por el relato tan conmovedor y aleccionador al que se refería.
La versión original está en portugués y con ayuda del "Gran Mr. Google Traductor", logré una versión al español.

Dice así: "Pasé toda la infancia creyendo que a mi madre le gustaban las patas de gallina. Se las comía con tanto gusto. Chupaba hasta los huesos. -'Nadie come los pies, son míos'- decía.
El resto de la gallina la dividía: pecho, muslos, hígado, corazón ..., pero las patas, esas eran sólo para ella. Después de que nos servía a todos, era que ella se sentaba y comía.
Pero el tiempo fue pasando, todos fuimos creciendo, los mayores trabajando y la vida fue mejorando.
Después de una infancia dura, comenzamos a tener abundancia.
Y una vez pillé a mi madre en la cocina apartando las patas de gallina.
Al notar mi asombro, ese corazón santo de mi dulce madre se apresuró a explicar: 'Nunca me gustaron las patas de gallina, pero era tan poco que no alcanzaba para tantas bocas que alimentar y para que no estuvieran tristes yo fingía que me gustaba'." (Autor: Bernardo Alves / vía _carol.volpe/IG)

Les confieso q mientras trataba de darle sentido a la traducción, su lectura me hizo poner triste porque ciertamente el amor de madre puede llegar a eso y más.
Y pienso en tantas madres que se sacrifican de esa manera para poder llevarles un bocado de comida a la boca de sus hijos que de verdad se le arruga el corazón a uno.
En mi país y tantos otros, esto pasa y mucho. Y no debería ser así!
Bueno, como dije en esa oportunidad que compartí este texto, sé que no es mi costumbre escribir con un dejo de tristeza, pero sus líneas me conmovieron y mucho.
Lo dejo ahora por acá para la reflexión!