WIllian Martin, "El Tao Te Ching de la crianza"
Todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos. Nos preocupamos por ellos, los amamos, los mimamos y los consentimos comprándoles objetos materiales.
Cuando ya son mayocitos les pedimos que estudien alguna profesión que les proporcione un futuro exitoso y cuando ya son adultos, les insistimos en que aprovechen las oportunidades que se les puedan presentar.
Todo esto tratando de que lleguen aún más lejos de lo que nosotros, sus padres, habremos podido llegar. Y es que nada da más orgullo y satisfacción que ver a nuestros hijos triunfar.
Pero ahora bien, ¿es eso lo que les dará la felicidad que en definitiva es lo que realmente queremos para ellos?
Ante esta interrogante me encontré con una excelente reflexión del escritor norteamericano William Martin que dice:
Buscando en la Web más al respecto me encontré en una página en FB un texto que complementa la frase de Martin y brinda una explicación de lo que significaría 'ordinario', esto dice :
"¿Dónde está lo ordinario? Pareciera perdido, que habría de buscarlo en lo sofisticado, en las grandes marcas, en todo aquello de precios elevados, en el derroche, en los lujos, y finalmente en: “todo lo que yo no tuve en mi niñez, por su bienestar, y para que no les falte nada”.El concepto de padre o madre está cambiando mucho más que la tecnología y no hablo de rapidez, sino de cambios. Padres de familia que viven creyendo conocer a sus hijos y más allá de ello, creer que saben lo que les “hará bien” a ellos.Dar “lo que yo no tuve” no es darles lo mejor; niños, niñas y adolescentes abandonados en sus propias casas y en compañía de sus madres que se “dedican” al hogar, abandonados por sus padres que gran parte del día están multiplicando el dinero “para crecer económicamente y para que no les falte nada”. Jóvenes que van creciendo sin valores, en la escasez de vivir emociones que nutran los sentimientos. Las opiniones generales de algunos programas televisivos y redes sociales, dan por hecho que el motivo es la tecnología, los cambios culturales y las “nuevas generaciones”.La realidad, siento que nada tiene que ver con la velocidad de evolución general de la vida, la ciencia y la tecnología. Veinte generaciones aproximadamente de riqueza cultural de educación y valores desde la llegada del hombre europeo a tierras mexicanas, en un mosaico de culturas integradas en esto que llamamos México y nosotros llamados mexicanos; Culturas que forman parte de nuestro ser, que aún muchos aprendimos de ello, y que en la medida que nos hacemos adultos olvidamos conservar esa pluralidad cultural y de valores, y lo más peligroso es, no compartirlo a nuestros pequeños. Tristemente bastarán solo tres o cuatro generaciones más, para que se pierdan definitivamente todas las enseñanzas que recibieron a su vez por herencia todos los que pertenecen a la generación más anciana de nuestra patria.¿Ordinario? Lo ordinario está quedando en el olvido en nuestras vidas. Y no hay necesidad de salir de casa para empezar a recuperarlo. Acompañar a los pequeños en sus emociones, mostrarles como llorar cuando la gente se muere, incluso cuando mueren las mascotas. El respeto a los mayores, por el simple hecho de ser mayores y que nada tiene que ver con “humillarse”. El repartir tareas sencillas de casa, para que en familia se logren objetivos. Realizar juntos las comidas, esperar al que falta y compartir lo vivido en el día. Jugar todos juntos y respetar a los que triunfan y aprender de la misma forma que también se vivirán derrotas. Mostrarles el placer infinito de verlos en sus actividades propias de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Fuera de casa no solo existen los centros comerciales y en vacaciones las playas más concurridas. Corresponde a los padres de familia conducir a los hijos en el descubrimiento y el asombro de otras formas de vida, en el campo, en los puertos, en las zonas arqueológicas, en la montaña, en los pueblos, en otras culturas y de igual forma fomentar el cuidado y el respeto a cada una de ellas.La maravilla de lo Ordinario! El respeto y la responsabilidad son base firme de lo que es ordinario en nuestras vidas, que se ha aprendido desde hace 20 generaciones en los hogares, sin importar quienes o cuantos son los miembros, que se transmiten de los mayores a los menores, que llenan el sentir, que nutren las emociones, y que incrementan los valores.
Texto tomado FB: Orlo
Foto: flickr