En lo personal me gusta mucho lo que tiene
que ver con lo divertido de la celebración del Halloween: las fiestas, los
dulces, los disfraces de los niños.
En el caso de los disfraces, los hay algunos
aterradores y otros no tantos. Y es que
en la noche de Halloween los niños suelen emplear aquellos que más resulten
aterradores para asustar o impresionar a sus amiguitos y familiares. Y cuánto
más horripilante y tenebroso sea el disfraz que elijan para la noche de
Halloween, mejor!
Los preferidos son los de monstruos, brujas, fantasmas, etc. Aunque en
el caso de las niñas, a estas no siempre les gusta vestirse para asustar, sino
que muchas veces prefieren ser princesas o hadas. Lo importante es que ellas se
sientan cómodas y que puedan disfrutar de esta fiesta tan particular.
Es así como podremos ver entonces desde
brujas hasta princesas, pasando por calabazas, mariquitas, hadas, animalitos,
en fin, son muchas las opciones por las que se pueden optar.
Por
qué los niños se disfrazan en la noche de Halloween
¿Por qué a los niños les gusta disfrazarse
por Halloween? ¿De dónde ha surgido esta tradición? Según la historia, los
celtas, impulsores de esta celebración, usaban máscara para huir de los
fantasmas. Seguían esta tradición, motivados por el miedo a los espíritus y a
la oscuridad.
Las noches de invierno de hace cientos de
años representaban una amenaza a la gente. Su oscuridad le provocaba mucho
miedo porque creían que en la noche de Todos los Santos, los muertos cobraban
vida y se convertían en fantasmas, en momias, en brujas, etc. La gente también
pensaba que se los encontrarían por las calles si salían de sus casas.
Como no todos podían permitirse quedarse encerrados
en casa toda la noche, los que salían creían que disfrazándose no serían
reconocidos por los fantasmas. ¿Y qué hacían? Pues usaba máscaras, capuchas,
con el propósito de despistar a los fantasmas en su búsqueda de espíritus.
En Estados Unidos las primeras celebraciones incluían fiestas públicas en las que los
vecinos compartían historias de muerte y fantasmas, adivinaban la suerte,
bailaban y cantaban. A la mitad del siglo XIX las festividades anuales del
otoño eran comunes pero Halloween todavía no se celebraba en todo el país. Esto
comenzó a generalizarse con la llegada de los nuevos inmigrantes irlandeses a territorio norteamericano durante la segunda
mitad del siglo.
A partir de entonces fue cuando comenzaron a
disfrazarse e ir casa por casa pidiendo comida o dinero, una práctica que luego
se convirtió en lo que hoy conocemos como el “trick or treating” (truco o
trato).
Con el tiempo y en razón de que los niños
también pasaron a ser parte de esta celebración, los disfraces de Halloween
sufrieron algunas alteraciones. Siguen habiendo los disfraces de brujas, fantasmas,
Frankenstein, momias, hombre sin cabeza, etc, pero a esos se sumaron disfraces
de animales, de hadas, y de otros buenos personajes. Al fin y al cabo, no todo
es miedo y terror en la noche de Halloween, de lo que se trata es dejar volar
la imaginación de los niños a través de los disfraces y que estos se diviertan
usándolos.
Para finalizar les dejo la receta de una pócima muy especial que los hechizará:
Ojos de sapo
Patas de rana...
que tengas suerte
toda la semana!
FELIZ HALLOWEEN!!!