sábado, 15 de agosto de 2015

Sobre ese célebre “silencio” de los adolescentes




Como madre de una preadolescente, todo aquello que hable sobre esta etapa resulta de suma importancia. Y aún cuando tenemos otra hija que ya está saliendo de ella y se supone que ya deberíamos saber todos aquellos “secretos” para salir “ilesos” de nuevo, nunca estará de más querer saber sobre nuevos consejos y/o sugerencias al respecto.

En mi caso, mi esposo y yo siempre hemos tratado de mantener una buena comunicación con ambas. Hasta ahora eso nos ha servido muchísimo.  Y es que todo padre desea poder conversar con sus hijos adolescentes y saber qué piensan, sienten y hacen.

Pero y que pasa cuándo estos ni hablan, ni buscan comunicarse con sus padres. He leído comentarios como el de una madre que dice “A veces siento que hablar con las murallas es más fácil que sacarle palabra a mi hijo …cuando responde con monosílabos siento que hemos tenido una larga conversación”.

Expertos dicen que es esto se debe a que algunos adolescentes transitan por la etapa del silencio donde la nueva forma de comunicarse es el mutismo y en el mejor de los casos las frases entrecortadas.

Agregan que “quienes se libran de caer en esta etapa son muy pocos, y por lo mismo, es normal ver a tantos padres desesperados con la indolencia de sus hijos. Tomar conciencia de qué se trata y por qué sucede es una buena ayuda, pues así es posible aprender lo positivo, que en éste caso, no es poco”.

En mi caso no niego que mis hijas tengan sus momentos de “ensimismamiento” y uno que otro secreto, pero sabiendo todo por lo que uno puede pasar como padre de adolescente no me puedo quejar  y doy gracias a Dios porque en líneas generales no nos ha ido tan mal a mi esposo y a mi con ellas ;)

Y es que el cambio puede resultar brusco para algunos padres ya que de tener unos niños totalmente volcados hacia el mundo exterior, la mayoría extrovertidos, que se comunican y reciben órdenes mayormente sin problemas, en la prepubertad comienzan a cambiar y a tener una preocupación por otros aspectos de sí mismos, volviéndose más retrospectivos.  


Expertos señalan que esto inicialmente toma la forma de introversión pasiva para ir progresivamente haciéndose activa y se caracteriza por:

- El joven retira el interés del mundo externo para centrarse cada vez más en su propia persona.
- Trata de diferenciarse del resto y por lo mismo hay una ruptura con la autoridad, tanto con los padres como con los profesores. Busca la autonomía, que a la vez implica un período de crítica hacia ellos y pierde por ejemplo, el interés por participar en las actividades familiares.
- En términos de conocimiento, se incrementa la fantasía a través de la cual compensan las inseguridades que experimentan en el mundo real. Por eso, es tan difícil hablar con ellos: están en un mundo propio.
- En el ámbito de las amistades se dejan los grupos grandes y nace la época del amigo íntimo, lo que puede ir unido, pues no es excluyente, a una intensa vida social.


Todo esto conlleva a que finalmente se convierta en un niño aislado, más callado y absolutamente egocéntrico, cuyo objetivo es desligarse de todo lo externo para conocer su interioridad y encontrarse con su intimidad. “Necesitan una cierta cuota de aislamiento para pensar y reflexionar acerca de quiénes son, de sus nuevas vivencias y formas de sentir el mundo. Hay una especie de retiro y un abandonarse a no hacer nada, pueden pasar el día entero echados en una cama”.

Un poco más grandes, el silencio permanece pero se acompaña con una búsqueda de modelos con los cuales identificarse para crear un ideal de sí mismo.

La filósofa Carolina Dell Oro, explica que el adolescente se da cuenta que tiene algo dentro de sí y quiere desarrollarlo. Es el momento en que algo nace en alguien y para descubrirlo necesita estar solo y callado.


Qué podemos hacer para “rescatarlo” de ese silencio

Ante esta actitud muchos padres suelen perder la paciencia por lo que es importante que como papá y mamá tomemos conciencia de este proceso y conozcamos de qué se trata.

A continuación transcribiré algunos consejos y sugerencias que nos dan expertos para que tengamos en cuenta ciertos puntos al respecto y conociendo cuáles son sus consecuencias positivas será más fácil entender esos años de introversión de nuestros hijos:

 “La psicóloga Beatriz Zegers, explica un importante punto de partida: “En el mundo actual las personas nos hemos vuelto más intolerantes frente a los silencios individuales. Vivimos en un ambiente que es crecientemente extravertido: todo se habla, todo se dice y no se respetan los momentos de silencio, que son fundamentales para el desarrollo de la intimidad”. Esto no significa que el adolescente corte la comunicación verbal para siempre y no tenga nada más que contar, también hay momentos en los que se involucran, eso es lo normal, pero en esta etapa son menos.

Y como el silencio es el estado predominante, un segundo punto es que: “el estar callado es también una forma de comunicación. Uno entrega información a través de las palabras, pero también a través del silencio, por lo tanto, los adolescentes nos están diciendo algo y nosotros, los padres, debemos desarrollar la habilidad de descifrar qué está pasando”.

Sin embargo, por muy positivo que sea todo lo que surge del silencio reflexivo, a los padres tanta indolencia puede ponerles los pelos de punta, sobre todo, si se dan cuenta que pese a los más grandes intentos por conversar con el “semi mudo” no ha habido respuesta alguna”.


Para no caer en la desesperación y saber como actuar, la filósofa Carolina Dell Oro da las siguientes  recomendaciones claves:

- Conocer el proceso. La primera de ellas es tomar conciencia del proceso que está viviendo el niño. “Él está en un momento de ajuste, está desconcertado, no se maneja, es torpe, y tener esto en cuenta es fundamental para no violentarse y por el contrario, armarse de paciencia”. Además, es importante entender que la actividad exterior no es la única alternativa, la actividad interior también es clave.
- Estar y acompañar. Como acción concreta lo más recomendado es la compañía. “Acompañar y estar ahí junto a ellos, es la mejor forma de comunicación. Hay que evitar caer en la tentación de que: como no me habla, lo dejo solo”.
- Saber esperar. Esto es respetando el silencio y evitando enojarse porque no hay respuesta. “Hay que ser fino en la relación con los hijos y no acosarlos con preguntas o con temas sin sentido. Eso no va a resultar. Lo mejor es crear instancias de silencio y de contacto personal y directo, marcando siempre el límite de lo que es correcto y permitido”. De esta manera, un niño que siente que lo respetan, finalmente, al término de su adolescencia será, sin duda capaz de verbalizar sus pensamientos y combinar muy bien las dos perspectivas humanas: la intimidad y la capacidad de vincularse con los demás.


Cuándo habría que alarmarse

- Cuando el silencio va acompañado de manifiesta agresividad.
- Cuando la mala relación con los padres y los profesores exija buscar otras causas que la simple adolescencia.
- Cuando existan fundadas sospechas de que el hijo no anda en buenos pasos.
- Cuando haya bajas del rendimiento escolar.

Si bien la recomendación es respetar el silencio de los adolescentes y permitirles que desarrollen un mundo propio, para todo hay límites y estos deben ser debidamente establecidos.

(Parte del texto es conceptual, tomado de encuentro.com/hijos_y_educacion/)

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