miércoles, 11 de abril de 2018

Mamá posmoderna de vuelta por aquí

Bien, por aquí estoy de vuelta. Siiii!!! Vaya que me había perdido un montón de tiempo de mi Blog, lo extrañaba y tanto que por un momento hasta me perdí también tratando de acceder a él, ya que me confundí de mi cuenta en Gmail. Ups!
En fin, para no hacer más largo el cuento, aquí estoy y bueno tratando de ponerme al día con uno que otro post.
Para comenzar quiero compartir por aquí uno que publiqué hace unos días en mi cuenta en Instagram @mamaposmoderna
Me sorprendió un poco ver toda la receptividad que tuvo, aunque pensándolo bien, no debería haberme sorprendido tanto, ya que tenía que haber pensado en que le tocaría la fibra a más de una persona, por el relato tan conmovedor y aleccionador al que se refería.
La versión original está en portugués y con ayuda del "Gran Mr. Google Traductor", logré una versión al español.

Dice así: "Pasé toda la infancia creyendo que a mi madre le gustaban las patas de gallina. Se las comía con tanto gusto. Chupaba hasta los huesos. -'Nadie come los pies, son míos'- decía.
El resto de la gallina la dividía: pecho, muslos, hígado, corazón ..., pero las patas, esas eran sólo para ella. Después de que nos servía a todos, era que ella se sentaba y comía.
Pero el tiempo fue pasando, todos fuimos creciendo, los mayores trabajando y la vida fue mejorando.
Después de una infancia dura, comenzamos a tener abundancia.
Y una vez pillé a mi madre en la cocina apartando las patas de gallina.
Al notar mi asombro, ese corazón santo de mi dulce madre se apresuró a explicar: 'Nunca me gustaron las patas de gallina, pero era tan poco que no alcanzaba para tantas bocas que alimentar y para que no estuvieran tristes yo fingía que me gustaba'." (Autor: Bernardo Alves / vía _carol.volpe/IG)

Les confieso q mientras trataba de darle sentido a la traducción, su lectura me hizo poner triste porque ciertamente el amor de madre puede llegar a eso y más.
Y pienso en tantas madres que se sacrifican de esa manera para poder llevarles un bocado de comida a la boca de sus hijos que de verdad se le arruga el corazón a uno.
En mi país y tantos otros, esto pasa y mucho. Y no debería ser así!
Bueno, como dije en esa oportunidad que compartí este texto, sé que no es mi costumbre escribir con un dejo de tristeza, pero sus líneas me conmovieron y mucho.
Lo dejo ahora por acá para la reflexión!

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