Estuve un poquitín perdida de mi Blog, pero
es que me agarró un fuerte gripón que no me quería soltar y me dejaba sin
fuerzas para sentarme a escribir largo. Gracias a Dios ya me estoy sintiendo
mejor por lo que me di mi vuelta por aquí para escribirles sobre un tema que
quería comentarles desde hace algunos días.
El caso es que desde hace un tiempo rueda por la web cierto
estudio que confirma que los niños se portan peor con las madres que con el
resto de adultos. Pues señores dicho estudio es FALSO.
Yo hace días que quería hablar de tema y
ahora cuando me decido a hacerlo me consigo con un artículo en la página bebésymas.com,
escrito por Armando Bastida, que desmiente
dicho estudio.
Tal y como relata Bastida (que comienza
confesando que también cayó en la trampa e incluso había posteado el estudio
días antes), resultó ser una broma de la
página “Mom news daily”. Imagínense eso, que “bromita”, si no es por Bastida yo
también hubiese podido caer!
Y es que ni siquiera fue que inventaron una
historia surrealista como bien dice el articulista de Bebésymás, sino que sólo
confirmaba algo que todos ya sabemos: que los bebés cambian de comportamiento
según con quién esté. Esto si es algo verídico!
El estudio hablaba de que la Universidad de
Washington de la mano del investigador, KP Leibowitz, había realizado el
estudio en una muestra de 500 familias y había observado la reacción de los
niños ante diferentes situaciones. Incluso daban relatos de algunos de los
miembros de esas familias que participaron en el estudio, dando a entender que
era cierto, porque no había nada raro en todo ello.
Pero el creador de ese post de bebésymás, como
buen investigador se dedicó a buscar la publicación original del estudio. Algo
que yo también hubiese hecho ya que me gusta lo que tiene que ver con
periodismo investigativo. Pues resulta que no lo consiguió.
Indica
que días después se enteró de la falsedad del estudio al contactar a una
editora de la página web “Papás e hijos”.
Ahora bien, no es mentira que los niños sí se comportan diferente dependiendo
de con quien estén.
Por ejemplo, uno los deja con sus abuelos y
cuando los busca resulta que se han portado de maravilla, por lo que estos
suelen alabarles su comportamiento y es cuando uno tan sólo atina a pensar "sí
claro, si los vieran en casa no dirían lo mismo". Es que hasta en el
colegio, se comportan diferente.
Pues resulta que es algo que deberíamos ver
normal. Probablemente se preguntarán, pero
y cómo? Según expertos, es que en casa, en donde se sienten con plena
confianza, son sólo ellos: niños. No tienen que actuar de ninguna manera, sino
simplemente ser como son. Um claro, esta afirmación tiene su lógica.
Ah, pero es que se portan mal, lloran, pegan,
chillan y hacen rabietas. Como bien
señala Bastida al respecto, esto es
normal, “así son los niños muchas veces cuando algo no les gusta o cuando no haces
lo que quieren que hagas. En el colegio están con mucha más gente y aunque a
veces tengan momentos así, no tienen tanto tiempo ni tanto protagonismo para
hacerlo (además, los profesores no creo que les hagan tanto caso como puede
hacer una madre o un padre), así que es en casa cuando exigen y donde se generan
más conflictos.”
Agrega que con nosotros, sus padres, son niños y utilizan las herramientas que
tienen y conocen para tratar de conseguir lo que quieren. Y no lo dice de
manera negativa ni despectiva, ni en plan de que "nos manipulan",
sino todo lo contrario. “Están aprendiendo a tratar de conseguir lo que creen
que necesitan. Están aprendiendo a pensar. Están aprendiendo a satisfacer sus
necesidades, de igual modo que nosotros tratamos de satisfacer la nuestras a
nuestra manera”.
A su juicio “es positivo que lo hagan porque así
piensan y aprenden cómo lograr sus objetivos. Si de repente consideras que se
está pasando, que se está portando muy mal, que te está haciendo daño, que es
muy caprichoso y no deja de pedir cosas, es hora de revisar su relación. Un
niño feliz, un niño que se siente querido, un niño que pasa mucho tiempo con
sus padres y que tiene una relación sana con ellos no tiene necesidad de llamar
tanto la atención, ni de gritar, ni de comportarse mal, ni exige que le compres
tal o cual cosa continuamente. Tendrá sus momentos, claro, pero nada que te
haga pensar que tu hijo es imposible”.
Si eso llegara a suceder, él opina que es el
momento de cambiar algo. “¿Quizás ahora estás menos con él? ¿Quizás ha cambiado
algo en su vida? ¿Quizás no estás ejerciendo de madre (o de padre) y le dejas
todas las decisiones a él, cuando te está pidiendo que hagas de madre y las
tomes tú por él? ¿Quizás tiene problemas con otras personas o en otros entornos
y te lo está intentando hacer saber así? Piensa, indaga, averigua, porque si un
niño está cambiando, si contigo no tiene buena relación, te está diciendo, sin
palabras, que ‘necesito que me escuches, me comprendas y hagas algo al respecto’”.
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