miércoles, 4 de noviembre de 2015

La imitación en los niños

Seguramente habrás notado que tu bebé te imita. Se trata de un proceso innato de aprendizaje con el que poco a poco va entrando en contacto con el mundo que le rodea.

Durante los primeros meses de nacido los niños suelen comunicarse a través de gestos y, con la imitación, comienzan a tener contacto con el mundo que le rodea. Al copiar nuestros gestos van aprendiendo cómo expresar sus sentimientos, creando el primer vínculo con su entorno.

Podemos aprovechar este comportamiento realizando varias actividades con ellos. Por ejemplo, podemos colocarnos frente a ellos o ponernos en frente de un espejo de manera tal que ambos nos veamos en él y hacer diferentes gestos y sonidos como lanzar besitos, soplar o hacer hacer caras graciosas. Enseguida ellos intentarán imitarnos y cuando esto suceda debemos alabar su esfuerzo.

Expertos indican que este proceso de imitación viene dado en tres fases , en las que influye el modo de realizar esta imitación y las facilidades que le pongas para ello.

Estas son (fuente crecerfeliz):

• Atención: Para que el bebé aprenda algo es imprescindible que esté predispuesto, atento.
• Retención: El niño tiene la capacidad de retener lo que le han presentado, esto es, de “archivarlo” en su memoria.
• Reproducción: El bebé puede reproducir las imágenes que ha visto y llevarlas a su comportamiento habitual. La habilidad para imitar mejora con la práctica.

A medida que el bebé crece, sus imitaciones se vuelven más complejas. Además, el niño adquiere más conocimientos cuando imita conscientemente y comprueba que esa imitación puede tener una consecuencia. Por ejemplo, alguien dice una palabrota y él la repite después. Si hay una consecuencia negativa como que mamá se ponga seria esa conducta se extingue, pero si por el contrario es positiva, como que todos se rían, entonces continuará con ella.

La #imitación es la herramienta más sencilla y eficaz de la que dispone todo bebé para sentar las bases de su aprendizaje y para comunicarse en su entorno: ¡incentívala!

Madre esclavizada y madre liberada... "Un regalo para toda la vida", de Carlos González

Texto 1: "Seguro que ahora alguien dirá que por culpa del doctor González…las pobres madres van a estar esclavizadas, todo el día pendientes de sus hijos. Mentira. Yo no le digo al niño que llore, llora él solito. Si su hijo llora, habrá quien le diga que solo puede hacer una cosa: salir de la habitación y dejar que llore. Tiene que hacerlo tanto si le funciona como si no, una vez y otra, un día y otro. Y durante eses tiempo, ¿qué hace la madre?, ¿cree que se pone a leer un libro, o a dormir la siesta, o a planchar? Todo el que ha oído llorar a un niño, llorar de verdad, ¡y además a su propio hijo!, sabe que esa madre no puede hacer nada. El llanto de un niño es uno de los sonidos más desagradables de la naturaleza...Esa pobre madre no puede hacer otra cosa que apretar las mandíbulas, mirar las manecillas del reloj y esperar los veinte minutos. En cambio la madre a la que han recomendado hacer caso a su hijo tiene cinco opciones para elegir, puede decidir por cuál de ellas comienza, y si un truco no funciona y el niño sigue llorando, puede probar con otra cosa, de hecho, una de las posibilidades, el niño tiene sueño y quiere dormir, podría interpretarse como dejarlo en la cuna e irse; solamente que, si no funciona, la madre no está obligada a esperar veinte minutos para sacarlo”

Texto 2: "No existe ninguna enfermedad mental causada por un exceso de brazos, de cariño, de caricias...No hay nadie en la cárcel, o en el manicomio, porque sus padres le cogieron demasiado en brazos, o le cantaron demasiadas canciones, o le dejaron dormir con ellos. En cambio, sí que hay gente en la cárcel, o en el manicomio, porque no tuvieron padres, o porque sus padres le maltrataron, le abandonaron o le despreciaron. Y sin embargo, la prevención de esa supuesta enfermedad mental totalmente imaginaria, el mal criamiento infantil crónico, parece ser la mayor preocupación de nuestra sociedad."

Los textos anteriores son breves extractos del libro "Un regalo para toda la vida", guía de la lactancia materna del pediatra  Carlos González,   en el que habla de las bondades de ésta y además ofrece su visión particular de la crianza con apego.
Grandes verdades en pocas palabras! Y es que en ocasiones el propio entorno resulta ser el obstáculo más difícil de superar para criar a nuestros hijos en paz.

Así que sin importar lo que algunos puedan opinar y/o criticar...a los hijos no hay que dejarlos llorar, debemos más bien escucharlos, atenderlos, darles mucho amor y transmitirles seguridad desde pequeños. De esta forma, cuando sean adultos, tratarán a los demás de la misma manera en que fueron tratados desde chicos: con amor y, además, respeto.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Cómo son los bebés...


Los bebés no son como nos lo contaron...

No. A los bebés no les gusta dormir en cuna. Rodeados de barrotes. Presos en una jaula.
No.Los bebés quieren dormir junto al cuerpo de su mami, calentitos, seguros, amparados, amados, tocados. 
No.Los recién nacidos no quieren siquiera estar en posición horizontal. Quieren dormir en tu pecho, en vertical, meciéndose al arrullo de tu corazón. En horizontal su digestión se ralentiza, vomitan, buchean, cogen cólicos, se asustan, se sienten vulnerables. 
No. Los bebés no se acostumbran a los brazos: ya nacen acostumbrados. Desde el principio saben bien lo que es bueno. 
No. Los bebés no duermen toda la noche. Se despiertan a cada rato. Para comer y para no comer. Para comprobar que estás a su lado y que los estás cuidando. Para cerciorarse de tu presencia, que es su seguridad. Para tocarte y olerte. 
No. Los bebés no quieren estar solos. 
No quieren perderte de vista ni un minuto, quieren estar junto a ti, en el centro de la vida. 
No. Los bebés no quieren jugar solos en un corral. Quieren jugar contigo, sonreír, ser atendidos, treparte por encima, gatear por el salón. 
No. Los bebés no quieren tomar leche de otra especie. Quieren leche de la suya, de la que sabe a mamá. 
No. Los bebés no quieren chupar todo el día un trozo de plástico. Quieren chupar tus pechos, sus manitos, tus dedos... piel humana. 
No, los bebés no quieren que los vistas, ni que les pongas tejidos picones, pendientes en las orejas, ropas apretadas, cintas, encajes y otras cosas molestas. Quieren estar desnudos, correr sin zapatos, disfrutar del tacto de la naturaleza en su piel, del piel con piel contigo. 
No. Los bebés no quieren estar quietos. Quieren que te muevas, que los mezas, los arrulles, que andes y pasees, y los lleves contigo. En cuanto pueden, quieren gatear, correr, saltar, explorar, llegar a todas partes... 
Sí. Los bebés son curiosos por naturaleza. Quieren y deben tocarlo todo. Incluidas esas cosas que más tú tocas: los mandos, los relojes, los teléfonos, los equipos informáticos...Su riqueza sensorial se desarrolla a partir de ahí. 
No. Los bebés aprenden lo que viven. Si siempre oyen "no", pronto a todo te dirán no. 
Si a todo tienes miedo, pronto a todo tendrán miedo. 
No. Los bebés no son alto-demandantes. Somos nosotros los bajo-tolerantes, los bajo-pacientes, los bajo-disponibles, los bajo-respondedores. 
No. Los bebés no quieren que los dejes. Quieren ir contigo a todas partes, eres su ejemplo, su seguridad, su referente, su único universo. 

Te guste o no te guste, así son los bebés humanos, primates, mamíferos. Si quieres comprobarlo, tan solo ten uno. Ninguna otra especie desconoce y putea tanto a sus propias crías. Si queremos un mundo un poquito más humano, bien haríamos en comprenderlo. 

No son como nos lo contaron. Son infinitamente mejores y más inteligentes. Cualquiera que ve a estas crías diría: ¡qué especie tan avanzada! ¿Y cómo se convirtieron en lo que hay? 

(Texto de Ileana Medina Hernández)

Señales de que eres toda una madre


Eres toda una madre cuando:

•En lugar de correr en dirección contraria a un proyectil de vómito, corres hacia él.


•Haces más en siete minutos que la mayoría de la gente en todo el día.

•Las horas felices se han convertido en los 60 minutos que pasan entre que acuestas a tus hijos y tú te metes en la cama.

•Un vaso de vino cuenta como una porción de fruta.

•Tienes mini sesiones de terapia durante todo el día con cualquiera que te quiera escuchar.

•Mides el dolor físico en tres niveles: dolor, dolor intenso y pisar un lego.

•Tienes la capacidad de escuchar un estornudo a través de puertas cerradas en medio de la noche, a dos dormitorios de distancia, mientras tu pareja ronca a tu lado.

•Prefieres tener 40 grados de fiebre a ver cómo alguno de tus hijos sufren con ella•Una ducha de 15 minutos con la puerta cerrada te parece como un día en el spa.

•Usas toallitas húmedas para limpiar cualquier mancha y el salpicadero del coche.

•Te encierras en el baño y finges sentirte mal para tener un descanso.

•Tienes una reserva secreta de chocolate, porque francamente, estás harta de compartir.

•Llevas tres días lavando la misma ropa porque se te olvidó secarla.

•Te das cuentas de que has estado viendo dibujos animados sola, aunque tus hijos lleven más de 30 minutos en la cama.

•Puedes hacer la cena, dar de mamar, hablar por teléfono y gritarle a los niños, todo sin perder el ritmo ni saltarte nada del programa de televisión que estás viendo.

•Te emocionas más con un catálogo de ropa infantil que con uno de ropa femenina.

•Tu cartera se convirtió en una "extensión" de la pañalera del bebé 

¿Tienes alguna otra señal?